viernes, 16 de septiembre de 2011

TAN SOLO MIS SUEÑOS.-CAPÍTULO 2

- Evie, Evie, Evie. Puedes explicarme porque una chica tan guapa como tú ha intentando suicidarse.
- ¿Cómo lo sabe?-exclamé sorprendida y ruborizada ante su comentario.
- Soy médico, se perfectamente la diferencia entre un accidente y un intento de suicidio. Y ahora puedes hacer el favor de explicármelo.- dijo un tanto enfadado.
- Esta bien, mire, sinceramente no le encuentro sentido a mi vida. Mi hermano acaba de fallecer hace tan solo unos meses en un accidente, mis padres se han ido distanciado cada vez más y más después de aquello y yo no he podido evitarlo. Siento que no sirvo para nada, siempre estoy triste y me siento sola. Y como no creía tener ninguna utilidad a la sociedad decidí suicidarme.
- Arrojándote desde un puente. Evelyn, sé como te sientes en estos momentos, pero tú no tuviste la culpa de lo que le pasó a tú hermano..
- Sí la tuve,- le interrumpí- si no le hubiera prestado el coche nada de esto habría pasado y él seguiría aquí.- Grité entre sollozos.
- Pero Evelyn, como ibas a saber tú lo que iba a pasar, no tienes la culpa, por favor no cargues con un peso innecesario en tu conciencia. Fue un accidente nadie tuvo la culpa.
Yo seguía llorando el se sentó en la cama y me rodeó con sus brazos.
- Tranquila ya paso, desahoga todo ese dolor que tienes guardado esperare a que te calmes y después hablaremos.- me dijo dulcemente.
Y así estuvimos durante veinte minutos hasta que por fin conseguí calmarme.
- ¿Mejor?- me pregunto con una preciosa sonrisa en la cara.
- Sí, muchas gracias, doctor…- dije mientras me secaba las últimas lágrimas con el dorso de la mano.
- Hughes, pero llámame Daniel. Y no ahí de qué, es mi trabajo.- me contestó felizmente.
- Mentiroso, su trabajo no es estar veinte minutos, aquí, consolándome. – le dije un poco más animada.
- Pero si atender a mis pacientes.
- Y estoy segurísima que tienes más pacientes aparte de mí.
- ¿Quieres que me vaya?-preguntó entre extrañado y divertido.
- Sí, quiero que te marches y atiendas a las demás pacientes.- le contesté.- Yo estaré bien.
- De acuerdo, pero pasaré a verte más tarde a ver como vas. ¿De acuerdo?
- De acuerdo.
Y dicho esto se fue sin añadir nada más. Pasaron unos segundos antes de que pudiera reaccionar y me preguntara que acaba de ocurrir. De verdad habíamos tenido esa confianza y me había estado consolando, si ni siquiera nos conocíamos. Recordé con cierto rubor en las mejillas como se había preocupado por mí y me había hablado dulcemente. Tenía que reconocer que era guapísimo, ahora lo que no comprendía es por que sentía interés por mí, porque yo era una chica normal y corriente. El ruido de la puerta al cerrarse me sacó de mi ensimismamiento, y vi como mi madre se dirigía hacía mí con cara de enfado.

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