miércoles, 28 de diciembre de 2011

TAN SOLO MIS SUEÑOS.-CAPÍTULO 3

- Evelyn Mathews, ¿no será verdad lo que me acaba de decir el doctor?- me preguntó realmente disgustada.
- ¿Lo qué, mamá?- le pregunté temiendo su respuesta.
- ¿Qué has intentado suicidarte?
- Sí, es verdad.- respondí en susurros, avergonzada.
-Pe…pero como se te ocurre hacer semejante tontería. En que estabas pensando. Como puedes ni siquiera imaginar que eres la culpable de la muerte de tu hermano. Fue un accidente Evie.- me dijo mi madre entre lágrimas y al borde de una crisis.
- Lo siento muchísimo, mamá. No pretendía haceros daño solo acabar con mi remordimiento.- dije tratando de que no se sintiera mal- Ahora gracias a ti y al doctor, he comprendido que no he de sentirme culpable.
- Hija, prométeme que nunca más volverás a intentar una cosa así.
- Está bien mamá, te lo…
En ese momento llamaron a la puerta interrumpiendo mi promesa. La puerta se abrió y un joven guapo de pelo negro y ojos azules preguntó si podía entrar muy amablemente..
- John, claro pasa, pasa. Evie este es John Philips, el chico que te salvó la vida.
- Yo no diría tanto, señora Mathews. Otro en mi lugar habría hecho lo mismo. Simplemente hice lo que debía.
- Eres muy modesto John, de no ser por ti mi hija no estaría ahora aquí. Gracias, ojala hubiera una forma de expresarte lo agradecida que estoy. Si hay algo que pueda hacer por ti, no dudes en pedírmelo.
- No tiene que darme nada, señora Mathews. Lo he hecho por que era lo correcto, con su felicidad me basta.
- Creo que me toca hablar a mí. Bueno, encantada de conocerte, aunque por lo que veo tú ya me conoces. Gracias por salvarme la vida, habría sido un tremendísimo error. Gracias de corazón.
- Al final, vais a conseguir que me ponga rojo.
- Es que tienes que saber que te has comportado como un verdadero héroe.
En el preciso instante en el que John iba a replicar, petaron a la puerta y mi corazón latió con fuerza contra mi pecho, a un ritmo desacompasado ante la posibilidad de que fuera el doctor Hughes. Y así era, y para mi desgracia la máquina que indicaba los latidos de mi corazón empezó a pitar estrepitosamente y todos miraron para mí entre sorprendidos y alarmados.
- Debo pedirles que salgan un momento.- pidió.
-Por supuesto, ven John, te invitó a un café.- respondió mi madre.
Sentí un gran alivio por saber que no iban a estar cerca y por lo tanto no podrían escuchar nada de lo que dijéramos.
- ¿Ha habido algo que te haya provocado algún tipo de sobresalto?- preguntó examinando el monitor que me había delatado anteriormente.
- En realidad no.- contesté maldiciendo por lo bajo al monitor.
- Pues esto no indica lo mismo.- exclamó divertido.- ¿O es que te pone nerviosa mi presencia?- preguntó, cambiando el tono divertido por uno más seductor.
-Eh…- fue el único sonido que salió de mis labios.